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I leave the door unlocked ▲ Mara Anabelle Brown

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Mensaje por Invitado Mar Mar 22, 2016 2:55 am

I leave the door unlocked


   
   

Central Park · Mara · 19:00

Los rayos del sol empezaban a ocultarse entre las nubes, dejando que las sombras de la noche comenzaran a cubrir poco a poco la claridad del día moribundo que aún se cernía en las calles, era una imagen por demás nostálgica que le traía recuerdos lejanos a Skye.

Se quedó parada junto a la ventana contemplando la ciudad que se extendía llena de una vida que se le antojaba algo superficial, barata y llena de falsos brillos que la hacían sentir una prisionera. Suspiró y se pregunto ¿Qué hacía allí? La respuesta la hizo resoplar y apoyar la frente contra el vidrio frío que le devolvió algo de la mente fría que necesitaba. Estaba enfadada, su semblante lo demostraba en la mueca de hastío que había llevado tatuada en el rostro desde el día anterior en que su hermano había salido de viaje, dejándola sola.

Respiró hondo y cerró los ojos mientras las palabras de su padre volvían a su mente, casi como si todavía las estuviera escuchando. Según él, Skye era la oveja negra de la familia, aquella que nunca lograría apartarse del todo del lado oscuro que siempre vivía en ella y la hacía ser lo que era: una rebelde sin mucho por hacer que no fuera echarlo a perder todo...o casi todo. Caminó hacia su habitación con la firme idea de buscar la cajetilla de cigarros, pero al entrar cambió de opinión, se vistió con ropa deportiva y se dispuso a salir a correr para que su mente pudiera huir de todos esos recuerdos y despejarse con el aire puro del parque.

Buscó las llaves, se las guardó y suspiró. La hora del anochecer se acercaba y el cielo se veía cerrado, sin dejar que la luna se asomase entre las encapotadas nubes ¿Sería buena idea salir así? Se preguntó mientras sus dientes atrapaban su labio y decidía que si no salía se volvería loca. Podía ver, desde la ventana de su dormitorio, como los árboles se mecían por el viento. Hizo una mueca. Eso le agradaba, pero vaticinaba una noche fría.

Se colocó una sudadera extra y salió de ahí, dejando que el frío de la ciudad la inundara por completo. Caminó Algunos pasos mientras estiraba los brazos y a veces se detenía para estirar los muslos antes de comenzar a trotar hacia el parque. Se quedó unos segundos contemplando la entrada. Miró a su alrededor, y decidió el camino a seguir. Conocía el parque, acostumbraba ir a correr casi todos los días, solo que está vez la noche era más tranquila que de costumbre. Algunos paseantes estaban abandonando el lugar y la miraban extrañados. El cielo amenazaba con desatar una tormenta y Skye iba en dirección contraria a todos.

No le importó, comenzó a correr adentrándose en la vereda delineada con algunos setos que la bordeaban, pero Skye saltó uno saliendo del camino mientras daba play a su reproductor de música y se colocaba los auriculares para disponerse a aumentar el ritmo de su carrera notando que su respiración sufría un cambio y comenzaba a agitarse.

Iba entre árboles sin importarle el camino que tomaba, claramente era uno no transitado pues sus píes pisaban hojas secas intactas y ramas tiradas frente a ella que le demostraban que por ahí no podría encontrarse a nadie. Sonrió para sí, precisamente eso era lo que buscaba: alejarse de todos y de todo para poder sentirse libre. Así que sus pasos se adentraron más en lugares cada vez más oscuros y solitarios, cuidando de no perder de vista por dónde había llegado.
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Mensaje por Invitado Mar Mar 22, 2016 8:31 pm
Pero qué hago yo aquí. Por qué habrá tenido Alan que proponerme ser mi guía turístico de un sitio que realmente no me interesa, y lo más importante aquí, por qué habré aceptado. Oh, sí, quizá el temor a encontrarme con otro miedo estando sola haya tenido algo que ver. Pero, aun así, ahora que ya estoy fuera me veo obligada a sopesar si realmente ha debido merecer la pena abandonar el bosque. De lo único de lo que sí estoy realmente segura es de que ese miedo debió acecharme durante mucho tiempo, pues muchas cosas de las que veo son exactamente iguales a las que vi cuando se me metió en la cabeza y me hizo creer que, como ahora, me encontraba lejos del arrullo de los árboles. Dicen que la vegetación, que los árboles, no es importante, cuando, entre otras muchísimas cosas, aísla del frío. En el bosque puedo pasar con una chaqueta fina, pero ahora, en mitad de ninguna parte, ni siquiera el abrigo que Alan me ha conseguido evita que me cale hasta los huesos. No hablaremos del buen gusto que tiene eligiendo ropa femenina. Llevaba una coleta, pero con este frío me he soltado el pelo. No parece importar mucho, pues con el viento que se levanta es como si nada, pero menos da una piedra, lo sabré yo bien.

Hemos estado horas caminando. No me molesta, realmente. Estoy acostumbrada a caminar. No sé si la gente me miraba raro o si era yo la que miraba raro a la gente. Algunas personas parecían mirarme como si yo estuviera endemoniada. Alan dice que son cosas mías. Será, cuando soy la única que parece darse cuenta.

De pronto, como una madre que llama a su cría para que vuelva junto a ella, algo a mi izquierda parece susurrar mi nombre. Cuando me giro en una mezcla de sorpresa y curiosidad, lo veo. Ese bosque. Al menos desde mi posición inicial parece un bosque. Echo a andar olvidándome de Alan, quien se ha entretenido en hablar por teléfono. Yo no puedo parar de andar. Quiero llegar a esos árboles que se mueven con el viento, que me llaman. Estoy tan embobada a pesar del frío, la inminente lluvia y la oscuridad creciente que apenas miro por dónde ando. Y de repente, una sensación que ya conozco, un sonido, una presencia. Algo que me acecha desde las sombras, con maldad. Ya nos conocemos, pero eso no impide que vuelva a entrar en pánico y eche a correr cuando siento el aliento de la presencia en mi nuca. Ese hedor, esa gelidez… esa muerte viva. Por costumbre, quizá por instinto, echo a correr hacia ese bosque, hacia lo conocido. Poco me importa sortear personas, vehículos, acabar encima del capó de alguno incluso. Poco me importa tampoco estar alejándome de Alan. Yo sólo quiero correr.

Cuando por fin alcanzo los árboles el frío remite, y con él, la presencia. Sin embargo, sé bien que los miedos juegan con el miedo y mutan en otras cosas para pasar desapercibidos. Bien podría ser ahora una hoja, una rama, una brizna de hierba o incluso el repentino cambio de temperatura, por lo que no dejo de correr. De hecho, corro tanto y estoy tan asustada que sigo sin ver por dónde ando. Como consecuencia me acabo pegando la hostia de mi vida contra algo que me hace detenerme por completo y hasta caer al suelo de espaldas. Por inercia, o quizá también por instinto, me quedo quieta. ¿Qué? Una vez vi a una serpiente haciéndose la muerta y la ardilla se fue creyendo que no era fresca.
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Mensaje por Invitado Sáb Mar 26, 2016 7:17 pm

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Central Park · Mara · 19:00

La luz de la luna apenas se abría paso entre las ramas frondosas de los árboles. La oscuridad comenzaba a ser dominante en la lucha contra los tenues hilos de luz que agonizaban apenas iluminando el camino que Skye recorría; concentrada en la música, no ponía total atención en el terreno virginal que sus pisadas marcaban dejando huellas a cada saltito que el trote le hacia dar.

La respiración agitada le impedía darse cuenta de los sonidos que pudieran colarse más allá de la música y Skye seguía necia en su empeño de correr un poco más, solo unos metros más para luego regresar por el camino y que la penumbra no la hiciera perderse.

Los pasos se desviaron, el ambiente había cambiado ¿Era aquello posible? Se respiraba menos...traquilidad. Si, el miedo que le sobrevino fue angustiante, uno al que no estaba acostumbrada y lo atribuyó a la soledad que la rodeaba, un silencio incómodo se hizo presente, era como si el bosque se hundiera en un sueño profundo que la dejó sin aliento apenas unos segundos antes de que unos pasos llamaran su atención y un fuerte golpe la hiciera caer medio metro más adelante de dónde se encontraba parada.

El aire se expulsó de sus pulmones y la castaña abrió los labios en una perfecta O para intentar meter oxígeno a su sistema. Apoyó una mano en el suelo y se trato de incorporar. El miedo de darse cuenta que algo pesado estaba casi sobre ella la hizo liberar una exclamación de terror ¿En qué momento se le había ocurrido la genial idea de huir?. Tragó saliva, la boca le sabía a metal y se dio cuenta que con la caída se había mordido provocándose un pequeño corte en el labio.

Apoyó los píes en el suelo haciendo presión con los talones para poder empujarse y poner distancia de aquel cuerpo que la había sofocado. Su mirada se centró, entonces, en el ser y un alivio incomodo se apoderó de ella. Era una mujer, por su complexión y su rostro parecía no mucho mayor que ella, estaba asustada o quizá igual de sorprendida.

Skye se incorporó sentándose en sus pantorrillas y se inclinó hacia ella suponiendo que también había decidido correr dentro del bosque — ¿Te encuentras bien? — ¿Por qué preguntaba? Ella era la loca que había chocado contra Skye mandándola al carajo con un buen golpe. Peinó su cabello con los dedos y resopló buscando con la mirada el reproductor de música que había salido volando a unos pasos de ahí. Se estiró gateando hasta él y lo tomó entre sus dedos revisando que aún funcionara, sería una lástima perder todo lo que ahí tenía.

Miró de reojo a la chica esperando la respuesta ¿Era su propia idea o parecía algo....peculiar? No daba la imagen de haber salido a hacer deporte y Skye podía jurar que algo en su actitud le despertaba escalofríos.
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