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Memories and guilt ▪ Primrose.

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Mensaje por Knox K. Sinclair Vie Mar 11, 2016 4:17 pm

Memories and guilt

Queens Art School · Viernas 11 de marzo · 16:30 horas.

¡Cuidado! —las palabras de Knox se disiparon cuando el silencio tan sólo interrumpido por sus pisadas y las de su hermana, fue degenerado por el sonido de miles de trozos de cerámica de casi un milenio de antigüedad rebotando contra el piso de mármol. La escena no habría parecido sacada de una pintura de El Bosco de no ser por la menuda figura de Allegra balanceándose entre el cadáver del jarrón mientras intentaba no lastimarse. La cuantiosa pérdida de una pieza de la dinastía Ming significaría un profundo dolor de cabeza —además de monetario— para el matrimonio Sinclair, y como niños de cinco y diez años respectivamente, tendrían que hallarse temerosos de la asegurada reprimenda, de las miradas aprehensivas y el quedarse sin postre durante el próximo mes, si ese, como en la mayoría de los hogares ingleses, fuera el significado de castigo para su peculiar grupo familiar. No, lo que vendría sería peor y él, quizá por ser el mayor, era el que lo tenía mucho más claro, Allegra ahora se sostenía de su mano.

La falta de actividad que prosiguió dejó clara la ausencia de sus padres y la distracción de quien había sido su cuidadora desde el nacimiento, fue la mejor oportunidad que tuvieron, pronto el castaño se arrodilló y reunió todas las piezas que pudo, acomodando su camiseta como depósito provisional. Podía recordar con vasta claridad la sensación de la gramínea en sus pies descalzos y el tiempo aproximado que tardó en cavar con sus propias manos tras los enormes setos españoles meticulosamente plantados, Ese fue el funeral obtenido por semejante arte perdido, el primer crimen en conjunto de los hermanos Sinclair, del que ambos prometieron no decir nada jamás. Aunque, por supuesto, ninguno salió bien librado. La ausencia del objeto fue notoria y la corrección más rigurosa de lo que la simpleza del pensamiento infantil premeditó, a Knox se le confinó en un enorme baúl, que desde dentro parecía tener el tamaño de una maleta, mientras que a su hermana tan sólo se le permitía comer pan, y si tenía suerte, algo para saciar la sed.

Una sombra de profunda preocupación se quedó instalada en su mente cuando la frase proveniente de su costado le sacó de la reunión de memorias, había estado observando un jarrón chino de utilería en el último cubículo de la escuela de arte, era John quien le hablaba, un estudiante de teatro de segundo año. No le quedó más que dirigirse con él hacia la entrada, con la ausencia de Florence el asunto de las peticiones de empleo quedaba en sus manos y aparentemente tendría su primer papel como empleador, al menos desde que llegó a Estados Unidos. Sin embargo, mientras sus pasos resonaban contra el piso enmaderado, el rostro de Allegra seguía patente ante sus ojos, no debió dejarla a merced de las destrezas dignas del medioevo, pero tampoco podía someterla a aquella huida perpetua. —Buenas tardes. —comenzó a decir antes de que la dirección anterior de sus meditaciones concluyera, la mujer frente a él debía tener poco más o menos de veinte años. —¿En qué puedo ayudarte? —dispuso, intencionalmente, un aire menos desconcentrado.
©
Knox K. Sinclair
Memories and guilt ▪ Primrose. Km2zaGg

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Knox K. Sinclair
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