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Mensaje por Invitado Miér Jun 01, 2016 6:14 pm

The devil wears Prada

Vogue · 01/06/16

Las manecillas del reloj que adornaba una de las paredes estéticamente blancas de la oficina anunciaban las ocho de la mañana, en punto, para cuando la castaña cruzaba el umbral de entrada; ataviada en prendas de diseñador y con mirada temeraria llegó hasta su escritorio para observar sobre él la serie de pendientes acumulados en un perfecto desorden y la ausencia de un café que tenía más especificaciones para su preparación la tradicional cena del día de acción de gracias que se servía en su casa cada año. Ambas cosas anunciaban la incompetencia de su nueva asistente, por apenas un instante Saoirse se permitió divagar y preguntarse a sí misma si llegaría el día en el que encontraría a alguien mínimamente capaz para dicho puesto; la chica francesa era la tercera en ocupar ése lugar en un lapso de un mes.

Se sentó sobre la reclinable silla y sus dedos viajaron con prontitud hacia los papeles desperdigados, acomodando en orden prioritario lo que tendría que hacer para ése día; estaba atrasada, lo sabía y le era inevitable el reprimirse mentalmente. El día anterior había faltado al trabajo. Había recuperado la consciencia en pleno Bronx cuando el anochecer anunciaba su entrada con multicolores en el ocaso, vestida con ropa que no usaría ni aunque le pagaran para ello y con el olor de la marihuana impregnada en su cabello; aquel día estaba perdido, en el limbo de los días que jamás podría recuperar y que aún continuaba afectándola como si de la primera vez se tratase. Sentía un agujero negro en el pecho que sería incapaz de llenar, creado por las otras dos personalidades que cohabitaban dentro de ella y que en muchas ocasiones habían ganado las batallas, ahogando tiempo atrás a la castaña en una profunda depresión.

Su mirada subió, con una notoria desaprobación en ella, ante el ruido que la chica hizo al entrar. —Llegas tarde, Florida. —anunció, sin percatarse siquiera ante la equivocación del nombre —como si la importara—. No habían pasado más allá de cinco minutos pero si había algo que la morena no toleraba era la impuntualidad, además de la incompetencia que parecían ser dos características que la chica frente a ella reunía con naturalidad. Su mirada la recorrió con descaro, enarcando una ceja ante la crítica interna que se encontraba haciendo hacia su atuendo. —No veo mi café por ningún lado pero sí un desorden que debiste de haber solucionado desde ayer. —una de sus manos se movió en una seña para mostrar lo que ya era obvio. —Una de las modelos para el anuncio de Hermés canceló, necesito que me consigas otras cinco posibles candidatas y que las cites para hoy en la tarde para selección. Llama a Cassidy para asegurarle que la sesión se llevará acabo como lo planeado. Confirma mi asistencia a la fiesta de éste fin de semana. Ve al departamento de accesorios y pide que te entreguen todos los que se encuentran en esta lista.—su vista había regresado a la serie de papeles y documentos en su escritorio, estiró su mano con la hoja que había mencionado para colocarla en el extremo del mobiliario con el fin de que la chica lo tomara de ahí. —Mi madre llega hoy por la tarde de su viaje, investiga exactamente cuál es su hora de llegada y asegúrate de que un chofer la vaya a buscar. Puntual. —enfatizó la última palabra, subiendo su mirada hacia ella por apenas unos segundos. —Haz una reservación para cenar en el restaurante que obtuvo mejor crítica esta semana, para cuatro personas. Y llama a mi padre y a mi hermana para avisarles. —agregó enseguida, prestando ahora atención a la pantalla encendida de su iMac. —Ah, y no te olvides de mi café. —sentenció, agregando un gesto con la mano que la invitaba a salir de su oficina.
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Mensaje por Fleure S. Cartier Lun Jun 13, 2016 10:46 pm

The devil wears Prada

Vogue · 01/06/16

Decir que estaba nerviosa era poco para la cantidad de emociones que albergaba la francesa justo en esos momentos. Inevitablemente, el día que tanto se había retrasado por cuestiones que no estaban en sus manos, había llegado, y con ello un error que al parecer había en la empresa trasnacional terminando justamente en un lugar en el cual ni esperó estar en mucho tiempo. Fleure aún se encontraba temerosa. Era un pequeño felino asustadizo el cual temía hasta de su propia sombra después de los hechos de unos días atrás. No había tenido tiempo para asimilarlo, ni siquiera había podido eliminar las manchas de sangre de la bata que traía puesta el día del incidente y la cual quemó al llegar a su apartamento mientras se aferraba al su peluche de una tortuga que le pertenecía a su hermano. Todo había sido tan repentino que el hecho de estar parada ahí le parecía algo irreal, por no decir que molesto, pero necesitaban el dinero, más si quería terminar sus estudios. ¿De donde había sacado la fortaleza para estar de pie? Ciertamente no lo sabía.

La secretaria le indicó en donde se encontraba la oficina de la que sería su nueva jefa, su empleo marcado en el curriculum sería como "Asistente de edición" y vaya, ser un asistente de edición de una empresa como Vogue era un grave error. Ni siquiera estaba lista para ordenar sus propios papeles o vida.  Hace unas semanas atrás estudiaba medicina, así que a menos de que su jefa quisiera que le explicara como hacer una disección o como limpiar una herida de menor profundidad, estaría perdida. La castaña se había inscrito como pasante, quería probar en producción, hacer cosas nuevas y creativas en el medio, no necesariamente andar tras los talones de alguien haciendo parte del trabajo que ellos no podían hacer. Florida. Fleure arqueó sus cejas y una mueca apareció decorando sus labios, que aprovechó ese momento en donde ella se descuido para hacer un mohín. —Soy Fleure, Fleure Cartier— Añadió rápidamente, pero no se pudo escapar del vómito verbal que salieron de ese cuerpo tan pequeño y enojón. Si lo veía por el lado gracioso, se parecía a la gatita en la que Yzma se convirtió en un capítulo de las locuras del emperador. No se rió, más sin embargo eso ayudó a que la comisura de sus labios se alzaran por primera vez después de unos cuantos días. La barrida con la mirada fue el detonante para que Fleure arqueara sus cejas y le sostuviese la mirada. No le retaba, pero si era un comportamiento que le molestaba, además de que no era nadie para dedicarle al menos uno de esos ademanes. Relájate Fleure... Se recriminó mentalmente. Estar a la defensiva era su único medio de protección en esos momentos.

Mientras se recriminaba, la lista continuaba llenándose de encargos, citas, reuniones a concretar y más y más basura de gente empresaria e importante. —¿Algo más?— Cuestionó inmediatamente mientras tomaba un papel que le había extendido de la mejor manera posible. El desorden... Lo aceptaba. Ese escritorio era una mierda y aquello le ponía los pelos de punta. Rápido como pudo, comenzó a acomodar bolígrafos, sobres, revistas y libros que encontró a su paso dejandoles de una forma más ordenada. Al menos así podría trabajar más cómoda mientras iba por su café... ¿Sin leche? ¿Con azúcar? Apretó su ojos ligeramente y así, salió de ahí mientras se apresuraba a hacer los pendientes que recordaba.  
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Fleure S. Cartier
The devil wears Prada ♦ Privado  BNLCutz

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