Nos encontramos en Nueva York, calles atiborradas de turistas ilusionados con recorrer los sitios más destacados de la ciudad, habitantes de la gran manzana buscando alcanzar en éxito en Broadway, llenando las cajas registradoras de la quinta avenida o simplemente dando un paseo agradable entre las banquetas de Central Park. Todo da a entender que en la isla más importante de los Estados Unidos se respira un aire cálido de diversión rebosante, pero nada es lo que parece. Detrás de cada una de esas personas hay un historial, un precio muy alto que pagar por aquello que cada noche sueñan con no encontrarse. ¿Cuál es tu mayor miedo? ¿En qué piensas cuando escuchas algún ruido en medio de la noche? ¿O cuando caminas por algún callejón oscuro? Generalmente nos decimos que nuestra imaginación nos juega una mala pasada con el fin de tranquilizarnos, pero, ¿qué tal si no fuera así? ¿Si ellos siempre estuvieron acechándonos?

Pocos saben qué son aquellos entes que se muestran en las situaciones más inesperadas, paralizándonos de temor; para nadie es una buena noticia, pero los miedos sí que existen fuera de nuestras cabezas, son almas que aprovechándose de su tiempo en el limbo hicieron tanto daño, que se pudrieron hasta convertirse en una desagradable esencia carbónica, sin recuerdos, pensamientos o algo más allá de su instinto de lastimar; para su disgusto, desde el inicio de los tiempos fueron confinados en la Duat, una cárcel que sólo les permitía deslizarse en la inconsciencia humana mientras estos dormían, aterrorizándolos en la realidad onírica e induciéndolos a recordarlos al despertar, sin embargo, al final, la mayoría encontró un modo de controlarlos y superarlos. ¿Pero que hay más allá de un simple vencedor desconocido?

El limbo, ese es el modo en el que los Hors llaman su mundo; almas que se quedaron atrapadas entre la vida y la muerte conviviendo con los vivos a diario, de hecho, en cuanto a mente y cuerpo son exactamente iguales, con la excepción de que están tan ligados a los miedos, que no sólo pueden verlos, sino que pueden convertirse en uno. Los Hors fueron los primeros en notar la grieta en la Duat, incluso se dice que una fracción de ellos la abrió hace incontables siglos, lo único que se sabe a ciencia cierta, es que eventualmente un par de aquellos putrefactos temores se pasean por las calles sin que la mayoría lo note, adhiriéndose a quienes pueden para, dado el momento justo, materializar el más grande horror.

Casi todos los que han sido tocados por un miedo fuera de sus sueños muere, pero aquellos que sobreviven enlazan una conexión con el limbo que les permite reconocer a los Hors y ver a estas esencias antes de que se materialicen, otros tantos nacieron con el don y pudieron observarlos desde su nacimiento, a ellos los llaman videntes, pero en el día a día son tachados de locos. Hors, videntes y humanos, una triada que dio paso a un grupo de cazadores, los encargados de aniquilar las grumosas esencias, el problema es que durante el último año han tenido más trabajo que en centurias, lo que alguna vez fue una grieta se transformó en un boquete capaz de dejar escapar decenas de miedos por día, hasta ahora no saben quién lo propició o si siquiera existe un modo de arreglarlo, quizá sólo queda luchar. Abre los ojos, nada es lo que parece.